Hagamos algo antes que el tiempo
haga lo contrario. Demos paso a la razón. Dejemos el miedo de lado y las antiguas
sutilezas de negarnos, que ya es evidente la confesión del silencio y las
paredes han renunciado a ser obstáculo. Debemos mirarnos a los ojos y reconocer
que una ventana cerrada no impide el paso del sol.
Hagamos de este silencio el
primer paso a las palabras.
Sé que hay huellas de sueños tendidas
sobre la almohada. Sé que hay heridas del alma que no se muestran en la piel y
en cambio duelen, queman y matan. Pero este frío cómplice tal vez provoca caricias
de aquellas que nos sobran y a la vez nos hacen tanta falta.
Ambos sabemos que hay tanto por
decir y por sentir.
Te propongo en absoluto silencio
cerrar los ojos y pensarnos. Te invito a la real ausencia del tiempo, y de los demás,
hasta ser sólo nosotros. Te sugiero que los espacios hablen, con el riesgo de
volver a respirar haciéndonos falta.
Tal vez el hoy, mañana sea tarde.
Como ayer lo fue.
Ya es tiempo.
Urge dejar de postergarnos.
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El silencio que queda después de estas letras es una puerta abierta. Adelante, estás en casa...