A veces marcharse es la única forma de volver. El silencio
tiene más palabras y mejores verbos que las voces. Y en ocasiones es mejor
consejero. La distancia nos enseña, aunque nos hiera la ausencia de todo lo que
no queremos lejos.
Callaron las letras durante un tiempo errante y casi eterno.
El vértigo las atrapaba entre sus propias espinas sobre jardines ajenos, en los
que hoy llueve esperando septiembre. Las luces se encendían más temprano sobre
las veredas apurando los sueños y las promesas.
Se sumaba un naufragio de abrazos a estas ganas de verte y
quizás por eso cada día se subía un recuerdo a mi maleta, hasta descubrir que a
la semana le sobran lunes y le faltan contigo. Así fui vigilando los momentos
que te debo hasta abandonar las excusas antes que seamos otros. Es tiempo de ti,
al precio que ponga el futuro.
Hoy mis manos, en la ausencia de tu pelo, vuelven a golpear
teclas sobre la computadora añorándote cerca. No sé si esperarás mi regreso
antes que las luces se apaguen, pero has de saber que en cada sueño te espera
mi beso.
Excelente blog. Pasé de visita, pero ya me quedé.
ResponderEliminarCuando las palabras visten el Alma y acarician los sentimientos,eso es vivir... Gracias
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