jueves, 20 de febrero de 2014

Contigo Venezuela

Mis letras no acostumbran a hablar de política ni de religión, por respeto a la universalidad de creencias que es lo que nos hace ser únicos e irrepetibles. Desde pequeño se me enseñó a tolerar la diversidad de pensamiento, a defender las ideas sin imponerlas y a no soportar las injusticias.

Hoy en cambio, me autoconcedo la licencia de dejarte pendiente esta noche amor, por un dolor que lleva algunos días acrecentándose en las venas. Bien sabes que no soporto mantenerme impasible al borde del camino.

Me resulta imposible cerrar los ojos, taparme los oídos o responder con silencio a lo que sucede en Venezuela. Tal vez sean recuerdos que se me vienen a la memoria los que se mezclan con las imágenes que llegan. La desigualdad en la lucha de las ideas contra el poder o la injusticia de las manos vacías contra las armas.

“Pensar es un acto de rebelión”, escribí una vez en los pasillos de la universidad. Eran otros tiempos, otros colores, otros hemisferios, pero la misma lucha que hoy veo en Venezuela. Estudiantes armados con cuadernos, dueñas de casa con ollas, caceroleos, noches angustiadas con lluvia de balas, cortes de luz y gas lacrimógeno en el aire.

Si en nuestras propias vidas aunque cambiemos el camino tropezamos con la misma piedra, como países estamos destinados a repetir errores aunque cambiemos gobiernos. No aprendemos por más que nos llenemos de experiencia. Sucedió ayer en Chile contra Pinochet, sucede hoy en Venezuela contra Maduro.

No te confundas. No hablo de política sino de injusticias. Porque toda muerte es indebida e innecesaria.

Privar el pensamiento es limitar los sueños… Hoy que ya abandoné la universidad, me falta un muro donde escribirlo. Aunque me reconforta saber que nuevas generaciones han heredado la lucha por sus ideales.


Aún sin conocerte, me dueles Venezuela… Y es que así son los grandes amores.

No estás sola.