martes, 5 de julio de 2011

Verdades probables


Escribiendo el testamento de un amor que se supo eterno, a veces tropiezo con tu ausencia, entre tanto desordenado recuerdo. Y dueles lejos, como duele la certeza de mis inseguridades si te acercas, colección fracasada de intentos al borde del camino.

Resisto en la melodía que deja el silencio de tu boca en la mía. Pruebo el alivio de tu beso como medicina a la soledad febril que en ocasiones me aborda y me inunda. Descansa la esperanza a un lado del teléfono sobre la mesa, en la llamada que no haces y que no llega. Tardas más de lo que quisiera, en saber de mí.

Aun así y desde este lado del amor, debes saber que te extraño y constantemente haces falta. Que los recuerdos señalan lo posible de los sueños y que el mundo en el que agito mis días parece mejor por la simple razón que tú estás en él. Que la vida se hace vida sólo a tus sencillos pasos y que oxigenas mis verdades probables, encubierta y permitida, en las que acostumbro tu mano en la mía. Te acaricio en el recuerdo y hoy te vistes de presente para hablar promesas futuras. Creo en ti, desde aquel momento que reconocí tu mirada y que cruzamos equivocados sueños para convertirnos en realidad.

Discúlpame tu lejanía y ocuparla como argumento a esta nostalgia mía de echarte de menos. Cuídate en la distancia, que mis brazos desesperan por cobijar tus besos. Vuelve pronto… o al menos no te vayas tan lejos.

1 comentario:

El silencio que queda después de estas letras es una puerta abierta. Adelante, estás en casa...