El camino se hace corto cuando
nos esperan. No ha sido fácil soportar la distancia ni ha sido simple dormir al
tiempo cuando se enferma de ausencia. Pero aquí estamos, ya de regreso.
Traemos la maleta llena de
experiencias. La misma maleta con la que nos marchamos aquella vez tan llena de
recuerdos. Recuerdos que hoy nos hacen volver.
No sabíamos cuánto tardaría el
viaje y quizás esa fue la razón por la que nos fuimos sin despedirnos. O tal
vez no. Tal vez fue nuestro miedo al abismo que deja el silencio tras la última
palabra, la última mirada, el último beso. Bien sabes que no me gustan las
despedidas pues el destino juega con las que son definitivas. Prefiero los “Hasta
pronto”, “Luego nos vemos” o “Nos comunicamos”, pues basta la magia del
recuerdo para estar comunicados. La vida me ha enseñado que un “Adiós” puede
ser demasiado tiempo y que nunca debes despedirte sin un “Te quiero”. Lo único
que puedes hacer por el mañana, es hoy dejarle el mejor ayer.
De una u otra manera, vamos de
regreso.
Tengo tantas cosas por contarte y
todas comienzan con un “Te echaba de menos”. Es tarde y hace frío. Te
encontraré dormida con la hoguera encendida. Cansada y hermosa, como te soñé
cada noche y como te esperé cada día. Sonreirás
al verme y entre tu risa y tu abrazo, confirmarán mis sueños que en verdad
nunca me he ido.
La espera no ha sido en vano,
vida mía, pienso mientras camino entre la humedad y el humo de regreso a ti… a
casa.
Voy de regreso a ti, mi beso a tu
frente, mis brazos a tu espalda y todo mi ayer a tu mañana.
Te echaba de menos…
P.D. Gracias por la espera, por
la búsqueda y por dormir con aquella vieja promesa: “Donde mis letras te
alcancen, estoy contigo.”