lunes, 30 de mayo de 2011

De regreso


De regreso a nuestra ciudad cada kilómetro acumulaba silencios. Ya no bastaban los Te Amo y decir Te Quiero era gloriosamente insuficiente.

Fue un fin de semana a no dudar inolvidable. Sin percatarnos siquiera nos fuimos llenando de recuerdos nuevos, de aquellos que se cuentan entre risas y con la mirada, de aquellas sabrosas historias que se narran al borde de una chimenea en alguno de los mañana. Quería llevarte a volar y al cumplir mi sueño convertirme en el tuyo. De una u otra manera, creo que lo hice y volamos juntos recorriendo lugares nuevos.

La ausencia que tantas noches tragaba distancias y fumaba desencuentros, secó sus lágrimas de toda una tarde para darle una oportunidad al amor sincero. Yo sólo te abrí mis brazos, pero tú ya estabas adentro. Fue entonces cuando la ciudad, tan llena de tu presencia como de acumuladas soledades mías, rindió sus calles y sus plazas a nuestras miradas. Comenzaba la noche y se abrían las puertas selladas de antiguos bares al tiempo que bajaban las cortinas los centros comerciales. Tú y yo volviendo a ser eternos. Tal vez y quizás como el primer día, haciendo amistad en un viejo árbol, bailando entre las sombras de mujeres caídas sin nombre, descubriendo tu risa abrazada a mi pecho. Tanto paisaje en tu mirada aun corriendo por mis venas, me alborota la ciencia cierta de reconocer si fue mejor dormirnos cansados o despertar con tus sueños abrazados a mi cuerpo.

Intentamos hasta el cansancio el autoengaño de separar caminos, pero nunca nos soltamos de la mano.

Y es que tú, tienes esa manera perfecta de ser el verbo inolvidable.
Cómo explicar mañana lo tanto que fuiste hoy?. Ardua tarea. Pero eso será mañana y disculpa esta insistencia mía de seguir pensando en ti y de conjugarte eterna como siempre te quise. Disculpa esta irresponsabilidad de saborearte antes que seas recuerdo. De vivir el hoy, como el perro que le ladra al semáforo a final de mes.

Perdona este silencio de regreso.

Cuídate esta noche y siempre. Cada vez mucho, amor mío, no será suficiente. Yo intentaré aliviar la tos hasta tu regreso.

Se te extraña del modo más perfecto.

Una vez más comienzo a coleccionarte besos. Vuelve pronto. De sobra sabes que te espero.

lunes, 16 de mayo de 2011

Disculpa la tardanza

Cae el frio de la tarde y la noche incierta propone armar nuevas nostalgias tras tu acostumbrada despedida. Ya se agotaron las razones y las respuestas perdieron toda lógica. Entonces, de qué sirven las preguntas?.

La casa guarda su luto de abandono con la hoguera encendida y las luces apagadas. Las paredes conservan el respeto por la ausencia de tu risa y la alfombra celosa peina tus huellas ya desaparecidas. Me reciben en su humedad, entre sus pedazos de sueños rotos que como esquirlas de tanta felicidad estallaron causando heridas cada ayer más difícil de sanar. Abro la puerta y me saluda aquel silencio en que no estás. Le beso la frente y me disculpo por la tardanza.

La ciudad sigue su curso desnudando motivos que consigan tu regreso. Tal vez, alguna vez será suficiente. Cierran las tiendas y los semáforos rojos desesperan retrasando encuentros, mientras hierve el café. Afuera la vida ocurre tan intensa como quema adentro.

Me sentencian los espacios y tiempos en los que debo aprender a ser sin ti. Lluvias ajenas acariciando tu cuerpo, borrando los besos con que en tu piel escribí.
Avanza la tarde ya vestida de noche, mientras preparo la cena de silencios profundos y tan llenos de pensamientos, como los que seguían a cada canción de Serrano, que ya no volveremos a escuchar juntos…

domingo, 24 de abril de 2011

Me recuerdas las razones por las que te amo


La tarde se fue llenando de ilusiones que paso a paso van haciendo real el sueño.

Comenzaba a coleccionar sonrisas de aquellas que se extrañan y recuerdan en las noches de invierno. Nuevos abrazos, manos que se juntan y nuevos besos de rostros tan familiares que basta cruzar miradas para reconocernos. Todos en búsqueda de tu felicidad... y tus ojos brillaban en medio.

Entre amigos tan familiares y familiares tan amigos, descubrí aquel paisaje como un niño ansioso de aprender todos y cada uno de los recuerdos tuyos. El aroma de los eucaliptos deseosos de nuestras iniciales talladas juntas, apaciguaban mi tos rebelde con las ganas de fumar (por cierto, recordé mi promesa de hace dos días atrás. Lo haré).

Repasamos los lugares, atento a tus historias, que a la vez me recordaron los motivos por los que sigo vivo. Aquel lugar donde caíste, la vieja escuela, la sede comunitaria… y cómo olvidar las señoritas solteras. Respiraba en tus ojos paz, amor y ese olor a nuevos sueños de mi mano que se confundía con la tierra mojada, el pasto, los pinos y los eucaliptos.

De regreso a la ciudad, entre las luces de neón que en su manto eléctrico intentaban ocultar las estrellas, reviví tu imagen congelada tras despedirnos. Perfecta, esbelta, adorable, enviándome un beso. Sonreí a las historias por conocer y te asumí como la mejor medicina a mi cuadro febril. Sin dudar, el ibuprofeno es menos efectivo que tu beso.

Mientras cruzo la vista atrás imagino los abrazos pendientes y no me queda más que agradecer. Dar las gracias no es ni será suficiente por todo lo vivido hoy. Adeudo mil momentos buenos a tanta gente que recién comienzo a conocer. Y por sobre todo a ti, que una vez más y como tantas otras veces, te vuelves eterna.

Ganas de volver… mañana puede ser un buen día.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Un par de decisiones



"Comprende que solo un segundo,
lo habría cambiado todo.
Un par de decisiones"

"Finges que lo nuestro no era lo que yo pensaba
y que ahora estás mejor que antes
y por dentro estás peor que yo"

Canciones... porsimeolvidas

jueves, 9 de septiembre de 2010

Oleaje de recuerdos... ACCV


Atardecía la mirada de aquel día.
Lenta y sigilosa se acercaba la noche con su oleaje de recuerdos. Recuerdos de ella, de su piel, de su ropa, de su perfume y de sus sueños.

Él avanzaba despacio. Nada apuraba su regreso a casa. Nadie lo esperaba. Había sido un día largo.
En su mente repetía uno a uno los momentos vividos con ella. En los semáforos perdía su vista entre la gente, como buscándola.
La radio acompañaba sus pensamientos. Pensamientos por ella.
Se preguntaba: por qué se fue?, por qué ya me olvidó?... Pero lo interrumpía la luz verde y continuaba su camino a casa.

Ya enseñaba suficiente soledad el espejo, el asiento vacío y el reflejo en la ventana.
Encendió un cigarrillo. Se llevó la mano a su cara para disimular, callar y secar la lágrima que brotaba por ella… Ella … la que ya no estaba.

Ella… La que se fue a otros brazos. La que dijo que no lo amaba. La que prefería vivir y dormirse en otro cuerpo ausente de sentimientos.

Miró el jardín, abrió la puerta, presenció las paredes y los muebles. Intentó demoler ángeles, pero comprendió que aquellas alas rotas no entendían de olvidos. Él la amaba y ella se había ido.

Se sentó en el sillón. Sirvió la última copa de vino, a la vez que encendió el último cigarrillo… Miró las fotografías de ella sobre la chimenea…
y comenzó a morir de amor…
escribiendo estas letras.